Él no lo sabe, pero una de mis mejores sonrisas lleva su nombre. Es más, la diseñó él mismo y lo hizo con tanto cariño, que le salió una sonrisa doble, de éstas que te hacen sonreír por fuera y por dentro.
Él no lo sabe, pero cada una de sus sonrisas, viene acompañada de la acogedora sensación de sentirse la persona más afortunada del mundo.
Él es capitán, lo ha sido siempre, lo lleva dentro. Capitanea de maravilla por mar, pero lo que él tampoco sabe, es que lo hace igual de bien por tierra, tan bien, que por muy lejos que lo tenga, el norte que marca mi brújula, siempre me muestra el camino a casa.
Lo que él sí sabe, es que no hay capitán sin capitana (ni viceversa).