lunes, 28 de junio de 2010

Norte.

Él no lo sabe, pero una de mis mejores sonrisas lleva su nombre. Es más, la diseñó él mismo y lo hizo con tanto cariño, que le salió una sonrisa doble, de éstas que te hacen sonreír por fuera y por dentro.
Él no lo sabe, pero cada una de sus sonrisas, viene acompañada de la acogedora sensación de sentirse la persona más afortunada del mundo.
Él es capitán, lo ha sido siempre, lo lleva dentro. Capitanea de maravilla por mar, pero lo que él tampoco sabe, es que lo hace igual de bien por tierra, tan bien, que por muy lejos que lo tenga, el norte que marca mi brújula, siempre me muestra el camino a casa.
Lo que él sí sabe, es que no hay capitán sin capitana (ni viceversa).

jueves, 24 de junio de 2010

En las alturas.

Jugar en las alturas es increíble pero también arriesgado y los que jugamos o hemos jugado alguna vez allí lo sabemos. En las alturas todo es más intenso, la alegría es ALEGRÍA, las emociones son tales que pueden salir disparadas del pecho en cualquier momento. Desde las alturas se ve todo como no se puede ver desde ningún otro lugar, es más, desde tan arriba no ves el horizonte y andar hasta el fin del mundo (para comprobar que es cierto que no existe el horizonte, que los límites están donde los ponemos nosotros), es uno de tus planes más inmediatos. En las alturas tu perspectiva puede llegar a girar 180º y dejarte completamente del revés. Es más, allí manda él, ella no tiene ni voz ni voto. Si el corazón dice a volar, con o sin alas, volarás, por mucho que la cabeza intente recordarte que no sabemos volar (aún). Sabes que estás en las alturas cuando tu prioridad (en singular) tiene nombre y apellidos, lo que no significa que sea tu única prioridad, ni mucho menos, pero ni en lo más alto los días pueden tener más de 24 horas. Allí arriba todo es tan maravilloso como peligroso. El miedo a caer siempre está, lo que pasa es que si tienes que caer, caerás igual, hayas tenido miedo o no, así que quizás valga la pena olvidar el miedo y aprender a disfrutar de estar a tantos kilómetros sobre el suelo, por que aún después de caer ¿quién te quita lo bailado allí arriba? (nadie!).

A pesar de todo, yo creo que entre las alturas y el suelo, hay otro nivel, otro nivel donde tampoco se ve el horizonte, donde la alegría es ALEGRÍA, donde los latidos marcan el ritmo de los pasos y donde una mirada vale más que mil palabras.

jueves, 10 de junio de 2010

Ellos.

Son el espejo del alma. Nunca mienten. Son transparentes, naturales, sin artificios, no necesitan ropa ni maquillaje. Lo que ves, es lo que hay.
Una carcajada deja de tener sentido si ellos te cuentan todo lo contrario. Pero si ellos sonríen...entonces no hay tutía que valga.
No suelen necesitar muchas palabras. Es más, pueden llegar a decir cosas como "no puedo (quiero) vivir sin ti" en una fracción de segundo. Pero también pueden hablar de tristeza y cuando lo hacen, hay que tener la paciencia suficiente para conseguir que el alma vuelva a brillar.
Por que, como decía al principio, los ojos, son el espejo del alma.