martes, 10 de mayo de 2011

Mayo.

La nostalgia del sol en los terrados,
en el muro color paloma de cemento
—sin embargo tan vívido— y el frío
repentino que casi sobrecoge.

La dulzura, el calor de los labios a solas
en medio de la calle familiar
igual que un gran salón, donde acudieran
multitudes lejanas como seres queridos.

Y sobre todo el vértigo del tiempo,
el gran boquete abriéndose hacia dentro del alma
mientras arriba sobrenadan promesas
que desmayan, lo mismo que si espumas.

Es sin duda el momento de pensar
que el hecho de estar vivo exige algo,
acaso heroicidades —o basta, simplemente,
alguna humilde cosa común
cuya corteza de materia terrestre
tratar entre los dedos, con un poco de fe?

Palabras, por ejemplo.
Palabras de familia gastadas tibiamente.



Jaime Gil de Biedma


2 comentarios:

  1. Pero callad.
    Quiero deciros algo.
    Sólo quiero deciros que estamos todos juntos.
    A veces, al hablar, alguno olvida
    su brazo sobre el mío,
    y yo aunque esté callado doy las gracias,
    porque hay paz en los cuerpos y en nosotros.

    Fragmento del poema Amistad a lo largo de Jaime Gil de Biedma también precioso.

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  2. Detrás de cada uno
    vela su casa,
    el campo,
    la distancia.

    También precioso este poema, no lo conocía.
    Gracias, una vez más, 3 azules.

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