A partir del propio nombre ya se puede intuir por donde van los tiros, ser inteligente emocionalmente significa ser capaz de sentir, entender, controlar y modificar nuestro estado de ánimo, incluso el de los demás.
Sí, se define rápido pero dentro de esta breve definición se esconden 5 importantes aptitudes a tener muy en cuenta, tales como; el autoconocimiento; ser capaz de mirarse hacia dentro, de conocerse, la autorregulación; la capacidad para regular los sentimientos, las emociones y los impulsos así como para adaptarse a los cambios, la motivación; ese motor interno que nos impulsa a marcarnos y perseguir objetivos, la empatía; sí, esa virtud que consiste en tener la capacidad de ponerse en el lugar de los demás y finalmente la habilidad social; consiste en saber tratar a los demás y inducir en ellos respuestas deseables.
Ha sido revelador descubrir que se considera inteligencia al hecho de saber ponerse en el lugar de los demás o al hecho de ser capaz de ver el vaso medio lleno, de ser consciente de lo que tenemos, de lo que somos, de aceptar nuestras circunstancias y, a pesar de todo, sacar lo mejor de nosotros mismos.
Sobre todo me ha gustado descubrir que la inteligencia emocional, al igual que el resto de inteligencias, se puede "entrenar", así como aprendemos a sumar, a leer o a tocar el piano, también podemos aprender a ser más inteligentes emocionalmente y a mi, personalmente, me encanta esta idea.
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